domingo, 28 de diciembre de 2008

La Espera Trágica

-Lamentablemente la vida es así, cuesta mucho hablar y ser escuchada. Algo pasa con la gente, algo pasa con las palabras. ¿Por qué yo no lo entiendo a usted y usted no me entiende a mi?
-Es porque usted habla en francés y yo en inglés.
-Me hubieran avisado, yo sólo hablo español, con razón no entiendo nada.
-De todas formas no nos entenderíamos, aunque hablásemos el mismo idioma. Algo pasa con la gente, algo pasa con las palabras. ¿Creen ustedes por ejemplo, que todos los que están en esta reunión, en esta amable reunión se comprenden? Tomen a esa pareja que está allí, ¿creen que harán algún esfuerzo por entenderse, por comprenderse siquiera?
-Yo no puedo hacer esfuerzos porque tengo una hernia inguinal, me lo recetó el médico.
-¿Quién? ¿El que murió pasado mañana?
-No, el hermano.
-Algo pasa con la gente, algo pasa con las palabras. Decimos palabras y las palabras no nos unen, nos separan. Las palabras forman puentes que nos separan.
-¡El puente de Waterloo! Yo vi esa película con mi novio.
-Yo también.
-¿Con mi novio?
-No, sin mi hermano.
-Para qué hablamos tanto, para qué decimos tanto. Sólo sirve hablar si podemos comunicarnos al hacerlo, de lo contrario mejor es callar. No nos entendemos.

"La Espera Trágica" de E. Pavlovsky

jueves, 27 de noviembre de 2008

Tercer Varieté Ruans


III
Varieté Ruans

Sábado 13/12 19.30 hs
Club Renacimiento - 3 de febrero 342 - San Isidro
ENTRADA LIBRE Y GRATUITA

Presentación de las obras
"La sala de Espera" de A. Caprotta
"Tapujos" de B. Campassi
"La espera trágica" y "Tercero incluído" de E. Pavlovsky

Además... artistas invitados
música
malabares
clowns
espacio literario
artes plásticas
zapada...

Disfrutá también de las comidas y bebidas del buffet económico del club


En caso de lluvia se pasa al 20/12
http://gruporuans.blogspot.ocm

sábado, 15 de noviembre de 2008

Diario de un Seductor

Más allá del mundo en que vivimos, en un fondo lejano existe todavía otro mundo y ambos se encuentran más o menos en idéntica relación que la escena teatral y la real. A través de un delgadísimo velo, distinguimos otro mundo de velos, más tenue pero también de más intenso carácter estético que el nuestro y de un peso distinto de los valores de las cosas. Muchos seres que aparecen materialmente en el primero, pertenecen tan sólo a éste, pero tienen su auténtico lugar en el otro. En consecuencia, cuando un ser humano se desvanece de éste y llega a desaparecer casi de él totalmente, puede deberse a un estado de dolencia o de salud. Este es el caso de Él, a quien conocí aun sin llegar a conocerle.
No pertenecía al mundo real, pero tenía con él mucha relación. Penetraba en él muy hondamente; no obstante, cuanto más se hundía en la realidad, quedaba siempre fuera de ella. No es que le sacara fuera un espíritu del bien, ni tampoco uno del mal; nada puede afirmar en su contra...
Padecía de una exacerbado cerebro, por lo que el mundo real no tenía para él suficientes estímulos, excepto en forma interrumpida. No se alejaba de la realidad por ser demasiado débil para soportarla, sino demasiado fuerte y precisamente en esta fuerza residía su dolencia. Apenas la realidad perdía su poder de estímulo, se sentía desarmado y el espíritu del mal venía a acompañarle. De eso, él tenía conciencia en el instante mismo en que le incitaban y en esa conciencia estaba el mal.
Conocí a la muchacha cuya historia constituye el tema central del libro; ignoro si sedujo a otras, aunque, seguramente, serla posible deducirlo de sus papeles. Parece que también en esta forma de proceder se condujo del modo absolutamente particular que le caracteriza, pues la naturaleza le había dotado de un espíritu demasiado selecto para que fuese uno de tantos seductores habituales. Con frecuencia aspiraba a algo completamente insólito; por ejemplo, a un saludo ya que el saludo era lo mejor que una dama tenía. Por medio de sus finísimas facultades intelectuales, sabía inducir a una muchacha a la tentación, ligarla a su persona incluso sin tomarla, sin desear siquiera poseerla; en el más
estricto sentido de la palabra. Imagino perfectamente cómo sabía conducir a una muchacha hasta sentirse seguro de que ella iba a sacrificarlo todo por él. Y cuando lo había conseguido, cortaba de plano.
Todo esto, sin que él, por su parte, hubiese demostrado el menor acercamiento, sin que aludiese al amor en ninguna de sus palabras, sin una declaración o siquiera una promesa. Pero, sin embargo, todo había ocurrido; y la desgraciada, al darse cuenta, sentía una doble amargura, puesto que nada le podía reclamar, o se veía lanzada, en una loca zarabanda, a los más opuestos estado de ánimo. A veces le dirigía reproches, para otras reprocharse a sí misma, pero, como en realidad nada había existido, debía preguntarse a sí misma si no era todo producto de su imaginación. Tampoco le quedaba el recurso de confiarse a alguien, pues, objetivamente, nada tenía que confiar.
A otras personas se les puede contar un sueño, pero la muchacha en cuestión podía haber contado algo que no era un sueño, sino una amarga realidad, pese a lo cual, cuando deseaba desahogar un poco su angustiado corazón, todo volvía a desaparecer. De eso, las interesadas debían dolerse mucho, pero mejor que nadie hubieran podido formarse
una idea clara del caso, aunque sintieran pesar sobre sí mismas su carga apremiante.
Por tal causa, las víctimas que él causaba era de un tipo muy especial: no pasaban a engrosar el número de desdichadas que la sociedad condena al ostracismo; en ellas no se advertía ningún cambio visible; vivían en la relación habitual de siempre; respetadas en el círculo de los conocidos, como siempre; y, sin embargo, estaban sufriendo
un profundo cambio, en una forma que a ellas les resultaba muy oscura y para los demás totalmente incomprensible. Su vida no estaba rota, como la de las otras seducidas; tan sólo, habían sido doblegadas y vencidas dentro de sí mismas; por idas para los demás, intentaban inútilmente volverse a encontrar.
Sören Kierkegaard

jueves, 13 de noviembre de 2008

Derrida: Violencia y Metafísica

"Del fondo de esta soledad surge la relación con lo otro. Sin ella, sin este secreto primero, el parricidio es una ficción teatral de la filosofía. Partir de la unidad del «existir» para comprender el secreto, bajo el pretexto de que éste existe o de que es el secreto del existente, «sería encerrarse en la unidad y dejar escapar a Parménides de todo parricidio»"

lunes, 10 de noviembre de 2008

CABALGATA DEL TIEMPO

Inútil. Habrá de ser inútil, nuevamente,
suspender de la noche, sobre densas corrientes de follaje,
la imagen demorada de un porvenir que alienta en la memoria;
penetrar en el ocio de los días que fueron dibujando con terror y paciencia
la misma alucinada realidad que hoy contemplo,
ya casi en la mirada;
repetir todavía con una voz que siento pesar entre mis manos:

-Alguna vez estuve, quizás regrese aún, a orillas de la paz,
como una flor que mira correr su bello tiempo junto al brazo de un río.


Todo ha de ser en vano.
Manadas de caballos ascenderán bravías las pendientes de su infierno natal
y escucharé su paso acompasado, su trote, su galope salvaje,
atravesando siglos y siglos de penumbra,
de sumisas distancias que irremediablemente los conducen aquí.

Tal vez sería dulce reconquistar ahora una música antigua,
profunda y persistente como el eco de un grito entre los sueños,
sumirse bajo el verde sopor de las llanuraso morir con la lluvia, tristemente,
entre ramos llorosos que sombrearan viejísimas paredes.
Imposible. Sólo un fragor inmenso de ruinas sobre ruinas.
Es el desesperado retornar de los tiempos que no fueron cumplidos
ni en gloria de la vida ni en verdad de la muerte.

Es la amarga plegaria que levantan los ángeles rebeldes
lamando a cada sitio donde pueda morar su dios irrecobrable.
Es el tropel continuo de sus lucientes potros enlutados
que asoman a las puertas de la noche la llamarada enorme de sus greñas,
que apagan con mortajas de vapor y de polvo toda muda tiniebla,
agitando sus colas como lacios crespones entre la tempestad.
La sangre arrepentida, sus heroicas desdichas.
Y nada queda en ti, corazón asediado:
apenas si un color, si un brillo mortecino,
si el sagrado mensaje que dejara la tierra entre tus muros,
se pierden, a lo lejos,
bajo un mismo compás idéntico y glorioso como la eternidad.
OLGA OROZCO

jueves, 30 de octubre de 2008

sábado, 4 de octubre de 2008

The Gnome
















I want to tell you a story
About a little man
If I can.
A gnome named Grimble Grumble.
And little gnomes stay in their homes.
Eating, sleeping, drinking their wine.

He wore a scarlet tunic,
A blue green hood,
It looked quite good.
He had a big adventure
Amidst the grass
Fresh air at last.
Wining, dining, biding his time.
And then one day - hooray!
Another way for gnomes to say
Ooh my

Look at the sky, look at the river
Isn't it good?
Look at the sky, look at the river
Isn't it good?
Winding, finding places to go.
And then one day - hooray!
Another way for gnomes to say
Ooh my
Oooooh my


Syd Barret

martes, 30 de septiembre de 2008

Axolotl

Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardin des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl.
El azar me llevó hacia ellos una mañana de primavera en que París abrió su cola de pavorreal después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port-Royal, tomé St. Marcel y L´Hospital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y me fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos y salí, incapaz de otra cosa.
En la biblioteca Sainte-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.
No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir a todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto, porque desde el primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares, y la mayoría apoyaba la cabeza sobre el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una, situada a la derecha y algo separada de las otras, para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que más me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara. Un rostro inexpresivo, sin otro rasgo que los ojos, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente, carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y lo inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendidura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrecencia vegetal, las branquias, supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos.

Fue su quietud lo que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaces de evadirse de ese sopor mineral en que pasaban horas enteras. Sus ojos, sobre todo, me obsesionaban. Al lado de ellos, en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía, inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras; jamás se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome, desde una profundidad insondable que me daba vértigo.
Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojillos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran animales.
Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientemente, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: "Sálvanos, sálvanos." Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome, inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos; había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir también máscara y también fantasmas. Detrás de esas caras aztecas, inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable ¿qué imagen esperaba su hora?
Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. "Usted se los come con los ojos". me decía riendo el guardián., que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de lo que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos, en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía más que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de un axolotl no tienen párpados.
Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana, al inclinarme sobre el acuario, el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible, que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de que esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez más de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de un axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.
Sólo una cosa era extraña; seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera, mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía - lo supe en ese momento - de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una para vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario.
Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo, porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él - ah, sólo en cierto modo - y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.


Julio Cortázar

viernes, 26 de septiembre de 2008

viernes, 19 de septiembre de 2008

El No
el no inóvulo
el no nonato
el noo
el no poslodocosmos de impuros ceros noes que noan noan noan
y nooan
y plurimono noan el morbo amorfo noo
no démono
no deo
sin son sin sexo ni órbita
el yerto inóseo noo en unisolo amódulo
sin poros ya sin nódulo
ni yo ni fosa ni hoyo
el macro no ni polvo
el no más nada todo
el puro no
sin no
Oliverio Girondo

viernes, 29 de agosto de 2008

Nada es


Momento Filosófico con Noe, Fito y Di en clase de Filosofía antigua... Hoy: Gorgias
SEXTO EMPÍRICO, Contra los matemáticos VII, 65 ss (Sobre Gorgias)

(66) Concluye que nada es de esta manera: si es, es lo que es o lo que no es o lo que es y lo que no es. Pero ni lo que es es, como demostrará, ni lo que no es, como justificará; ni lo que es y no es, como también enseñará. En definitiva, no hay nada que sea.

(67) Lo que no es no es. Pues si lo que no es es, será y no será a la vez. En efecto, en tanto es pensado como algo que no es, no será; pero, inversamente, en tanto es algo que no es, será. Sería completamente absurdo el que algo sea y no sea a la vez. En definitiva, lo que no es no es. Y por otro lado, si lo que no es es, lo que es no será, pues son mutuamente contrarios; y si a lo que no es le corresponde el ser, a lo que es le corresponderá el no ser. Pero no es el caso que lo que es no sea; por tanto tampoco será lo que no es.

(68) Sin embargo, tampoco lo que es es. Pues si lo que es es, o es eterno o generado o eterno y generado a la vez. Pero ni es eterno ni generado ni ambos, como mostraremos. En efecto, si lo que es eterno (se debe comenzar por aquí), no tiene ningún principio.

(69) Pues todo lo generado tiene algún principio, pero lo que es eterno, considerado como inengendrado, no tiene principio. Sin embargo, lo que no tiene principio es infinito. Pero si es infinito no está en ninguna parte. Pues si está en alguna parte, es diferente de aquello en lo que está y de este modo no será infinito lo que está contenido en algo.

(70) Y tampoco está contenido en sí mismo. Pues serán lo mismo aquello en lo que estaría y lo que está en él. Y lo que es llegará a ser dos, espacio y también cuerpo, pues aquello en lo que estaría es espacio y aquello que estaría en él es cuerpo. Pero esto es absurdo. Por tanto, lo que es tampoco está en sí mismo. De modo que si lo que es es eterno, es infinito, y si es infinito, no está en ninguna parte, y si no está en ninguna parte, no es. Por tanto, si lo que es es eterno, no tiene principio.

(71) Y tampoco lo que es puede ser generado. Pues si es generado, ha sido generado a partir de lo que es o de lo que no es. Pero no ha sido generado a partir de lo que es. En efecto, si es algo que es, no ha sido generado sino que ya es. Ni a partir de lo que no es. Pues lo que no es no puede generar algo puesto que lo que genera algo debe por necesidad participar de la existencia. En definitiva, lo que es no es generado.

(72) Según esto mimso, tampoco puede ser ambos, eterno y generado a la vez. Pues estos son opuestos el uno al otro, y si lo que es es eterno, no ha sido generado y si ha sido generado, no es eterno. Por tanto si lo que es no es ni eterno, ni generado ni ambos, lo que es no sería

(73) Y por otro lado, si es, es uno o múltiple. Pero no es uno ni múltiple, como ha sido establecido. En definitiva lo que es no es. Pues si es uno, o es cantidad, o continuo, o magnitud o cuerpo. Pero cualquiera que sea de estos, no es uno: considerado como cantidad será divisible, como continuo será fragmentable. De igual modo, pensado como magnitud no será indivisible y como cuerpo será triple: pues también poseerá largo, ancho y profundidad. Pero es absurdo decir que lo que es no es nada de esto. En definitiva, lo que es no es uno.

(74) Y tampoco es múltiple. Pues si no es uno, tampoco es múltiple. En tanto lo múltiple es una síntesis de unidades, al eliminar lo uno se elimina conjuntante lo múltiple. En consecuencia, es claro a partir de esto que ni es lo que es ni es lo que no es.

(75) Resulta fácil concluir que tampoco es ambos a la vez: lo que es y lo que no es. Pues si lo que no es es y lo que es es, será lo mismo, en cuanto al ser, lo que no es que lo que es. Y por esto no es ninguno de los dos. En efecto, que lo que no es no es, es algo convenido. Y ha quedado demostrado que se considera lo mismo a lo que es. Por tanto, éste no será.

(76) Pero si lo que es es lo mismo que lo que no es, no es posible que sean ambos, pues si son ambos, no son lo mismo y si son lo mismo, no son ambos. De lo que se sigue que nada es. Pues si no es lo que es, ni lo que no es, ni ambos y fuera de esto no hay nada pensable, nada es.


"-Hasta aquí con el primer argumento. Alumnos, ¿entendieron todo?
-Por supuesto señorita maestra."








lunes, 25 de agosto de 2008

Cadáver Exquisito


El nuevo espacio del grupo Ruans


El objeto del mismo es publicar con frecuencia escritos del grupo, o informaciones de incumbencia, divagues, delirios, aventuras, anécdotas, fotos... y sobre todo: CADÁVERES EXQUISITOS.

Altamente recomendado por aquellos que no tienen nada mejor que hacer...



jueves, 24 de julio de 2008

Léase como lo que es.

Se encuentra, desde hace un tiempo ya, la rectificación de la mierda en la sociedad occidental, ensalzada como característica de la misma.
Hemos descubierto tardíamente que la vergüenza y el orgullo (de mierda) representan, nada más y nada menos, que el autoritarismo de la negación de la vida misma. (¿Qué es cagar si no un acto completamente natural y fundamental para vivir?).
Ahora, entre tanto desprestigio y alabanza de nuestras heces nos preguntamos ¿Por qué la mierda, y no otro producto de nuestro sistema?, ¿Por qué no el vómito?, ¿Qué función cumple el mismo dentro de nuestra sociedad?
Si la mierda no es usualmente tema de charlas (exceptuando a la abuela, que parece tener una relativa obsesión en saber cómo fuiste de cuerpo), mucho menos es el vómito si lo pensamos.
Cotidianamente descrito como la vergüenza del enfermo, la desgracia del intoxicado, el castigo del borracho, y más ejemplos que nos llevan al cuestionamiento ¿Por qué siempre esta doble connotación que veta y siente lástima a la vez?
Nos catalogamos de borrachos, intoxicados, enfermos sólo porque nuestro estómago degluta para el lado opuesto que lo normal. (¡Qué ejemplo más grande del “desviado”! ¿Desde cuándo lo normal es tender para cierto lado? –Desde siempre, lo sabemos-).
Encontramos entonces, que el vómito se encuentra etiquetado como una de las peores funciones naturales, justamente –y he aquí la trampa- porque no es natural.
Por esto mismo, “mejor no hablarlo”, esconderlo bien profundo, o mejor aún, que fluya por el caño, junto a la otra negación, la mierda.
Sin embargo, hemos presenciado durante la investigación del desarrollo humano, una extraña obsesión presente en algunos individuos hacia/para con el vómito (cuestión que recuerda a los comensales a cierta situación ocurrida, donde extravagantes cantineros, no parecían mostrar el menor asco ante el líquido estomacal, e -irónicamente- hacían de esto su vida).
Quizá se encuentra en esta categoría la mayor fuente de desprestigio, la afección, que busca a través del vómito la inserción en la sociedad.
Observen ustedes qué paradigma, esta misma aceptación que se pretende de las masas, hace que –para ser aceptado por completo- se niegue totalmente la regurgitación, para dejarlo así muy oculto en cajas bien cerradas bajo la cama, y roguemos a Dios que nadie se entere.
Una manera de entender este ocultamiento es la acepción antirreligiosa, que culpa a la creencia omisa en un Dios creador, dueño del cielo, la tierra y por supuesto sus habitantes. Esto provocaría que al ser propiedad del mismo, uno no pudiera hacer de su cuerpo lo que se le antojase, ya que cualquier daño es una ofensa al Salvador, que cerraría las puertas de la eternidad.
Pero preferimos dejar de lado estos conceptos, a fin de evitar el oprobio de los creyentes.
Tantos chicos y chicas que, cegados por la búsqueda de una belleza infinita, descuidan por completo sus cuerpos, pensando que de esta manera podrán salir en tapas de revistas junto con otros que, sin saber, son parte del mismo problema.
Entra aquí un tema fundamental de este “modo de vida” que creen elegir algunos, esta ofuscación con lograr la perfección estética sin siquiera notar que la belleza interior es opacada por el monstruo exterior en el que se están convirtiendo, al rendir su cuerpo a la muerte misma.
Ahora, al ser causante de la muerte, el vómito sufre connotaciones que la mierda no parece tener. -Puesto que la muerte ocurre si no cagás, ¿no es cierto?-
(¿Será acaso el vomitar la pulsión de muerte, que inconscientemente -o no tanto- nos tira hacia la unidad, a regresar al origen?)
Si la muerte del hijo de Stalin fue la única muerte metafísica del siglo pasado, cabe decir entonces, que este siglo está plagado de este tipo de muertes.
Cuando él negó a la mierda, cometió al mismo tiempo la negación de la vida, del ser en sí. Y pereció justamente con el orgullo de ser inmaculado; si en vida sería obligado a recoger sus excrementos entonces la muerte sería la única solución.
Entonces, al tomar los fallecimientos a partir del vómito descubrimos no sólo que el número es alto, si no también que estas personas viven y mueren en la negación de su situación.
Descubrimos que este ocultamiento puede ser entendido como otro tipo de negación, la de la muerte. (No estamos hablando aquí de etapas post traumáticas, ni de conceptos psicoanalíticos.) Pero la cuestión sigue siendo que el problema no es aceptado, el problema genera enfermedad, genera muerte.
De esta manera, el deceso, que es tomado como un compuesto inseparable del ser, o como puente entre el ser y el no ser, (o de la manera que uno quiera comprenderlo), nos lleva a destacar a este tipo de muertes como nuevas expresiones de una misma negación del ser. Que gracias a ella, y apoyada en las industrias de la moda y del marketing, generan consigo un creciente número de muertes metafísicas que quedarán en la historia del siglo presente.
PANDORA 19/07/08

martes, 8 de julio de 2008

La última Inocencia

Partir
en cuerpo y alma
partir.

Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.

He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más fila para morir.

He de partir
Pero arremete ¡viajera!

Alejandra Pizarnik

lunes, 7 de julio de 2008

Aquí, Alejandra


Bicho aquí,
aquí contra esto,
pegada a las palabras
te reclamo.

Ya es la noche, vení,

no hay nadie en casa

Salvo que ya están todas
como vos, como ves,
intercesoras,

llueve en la rue de l'Eperon
y Janis Joplin.

Alejandra, mi bicho,
vení a estas líneas, a este papel de arroz
dale abad a la Zorra,
a este fieltro que juega con tu pelo

(Amabas, esas cosas nimias
aboli bibelot d'inamité sonore

las gomas y los sobres
una papelería de juguete
el estuche de lápices
los cuadernos rayados)

Vení, quedate,
tomá este trago, llueve,
te mojarás en la rue Dauphine,
no hay nadie en los cafés repletos,
no te miento, no hay nadie.

Ya sé, es difícil,
es tan difícil encontrarse

este vaso es difícil,
este fósforo,

y no te gusta verme en lo que es mío,
en mi ropa en mis libros
y no te gusta esta predilección
por Gerry Mulligan,

Quisieras insultarme sin que duela
decir cómo estás vivo, cómo
se puede estar cuando no hay
nada más que la niebla de los cigarrillos,

Cómo vivís,
de qué maneraabrís los ojos cada día

No puede ser, decís, no puede ser.

Bicho, de acuerdo,
vaya si sé pero es así, Alejandra,
acurrucate aquí, bebé conmigo,
mirá, las he llamado,
vendrán seguro las intercesoras,
el party-para vos, la fiesta entera,

Erszebet,
Karen Blixen

ya van cayendo,
saben que es nuestra noche, con el pelo mojado
suben los cuatro pisos, y las viejas
de los departamentos las espían

Leonora Carrington, mirala,
Unica Zorm con un murciélago
Clarice Lispector, aguaviva,

burbujas deslizándose desnudas
frotándose a la luz, Remedios Varo
con un reloj de arena donde se agita un láser
y la chica uruguaya que fue buena con vos
sin que jamás supieras
su verdadero nombre,
qué rejunta, qué húmedo ajedrez,
qué maison clase de telarañas, de Thelomions,
qué larga hermosa puede ser la noche
con vos y Joni Mitchell
con vos y Hélène Martin
con las intercesoras

animula el tabaco
vagula Amaïs Nim
blandula vodka tónic

No te vayas, ausente, no te vayas,
jugaremos, verás, ya están llegando
con Ezra Pound y marihuana
con los sobres de sopa y un pescado
que sobrenadará olvidado, eso es seguro,
en una palangana con esponjas
entre supositorios y jamás contestados telegramas.

Olga es un árbol de humo, cómo fuma
esa morocha herida de petreles,

y Natalía Ginzburg, que desteje
el ramo de gladiolos que no trajo.

¿Ves, bicho? Así. Tan bien y ya. El scotch,
Max Roach, Silvina Ocampo,
alguien en la cocina hace café

su culebra cantando
sus terrones un beso
Lés Ferré

No pienses más en las ventanas
el detrás el afuera

Llueve en Rangoom
Y qué.

Aquí los juegos. El murmullo
(consonantes de pájaro
vocales de heliotropo)

Aquí, bichito. Quieta. No hay ventanas ni afuera
y no llueve en Rangoom. Aquí los juegos.


Julio Cortázar, A Alejandra Pizarnik en Salvo el Crepúsculo

martes, 1 de julio de 2008

¿Qué pasa con la juventud?


No podemos dejar de notar que la juventud está dejada de lado socialmente como posible hacedora de un cambio. La sociedad emite este mensaje: no hay nada que se pueda hacer para gestar un lugar mejor donde vivir. Sin embargo, creemos que no es así. Creemos que tenemos que involucrarnos para lograr lo que queremos. Sin compromiso social, no hay cambio. Y si no empieza por los jóvenes, por quién va a empezar.Pero como jóvenes artistas ¿podemos mantener una postura firme con respecto a lo que está pasando? La historia nos enseña que sí. ¿Por qué es entonces que no vemos en gran medida al arte nuevo involucrado socialmente con una causa? ¿O es posible que no haya una cantidad de espacios de interacción abiertos a todos? Si estamos atravesando una cantidad de cambios radicales cada día, ¿acaso no es hora de mostrarlo también arriba de un escenario, a través de una novela, en los acordes de una canción?Queremos expresarnos, ser escuchados, vistos, notados. Queremos mostrar con nuestro arte, una realidad que es propia de cada uno, una realidad compartida que nos incumbe a todos.
Si somos portadores de nuevas ideas, ¡¿por qué callarnos?!Es tiempo de unirnos y demostrar que la juventud también existe, que podemos crear e involucrarnos.
Es por esto que abrimos el espacio para que todo aquel que tenga una opinión y lo quiera expresar de un modo artístico, pueda hacerlo.
Estamos organizando eventos, festivales y jornadas, con ganas de cambio y de libre expresión. Sumate con tu aporte.Envianos tus datos junto con tu propuesta a: gruporuans@gmail.com o comunicate al: 1557985932 (Alejandro)
Organizan


http://gruporuans.blogspot.com/

martes, 27 de mayo de 2008

Maneras de estar Preso


Ha sido cosa de empezar y ya. Primera línea que leo de este texto y me rompo la cara contra todo porque no puedo aceptar que Gago esté enamorado de Lil; de hecho sólo lo he sabido varias líneas más adelante pero aquí el tiempo es otro, vos por ejemplo que empezás a leer esta página te enterás de que yo no estoy de acuerdo y conocés así por adelantado que Gago se ha enamorado de Lil, pero las cosas no son así: vos no estabas todavía aquí (y el texto tampoco) cuando Gago era ya mi amante; tampoco yo estoy aquí puesto que eso no es el tema del texto por ahora y yo no tengo nada que ver con lo que ocurrirá cuando Gago vaya al cine Libertad para ver una película de Bergman y entre dos flashes de publicidad barata descubra las piernas de Lil junto a las suyas y exactamente como lo describe Stendhal empiece una fulgurante cristalización (Sthendal piensa que es progresiva, pero Gago). En otros términos rechazo este texto donde alguien escribe que yo rechazo este texto; me siento atrapado, vejado, traicionado porque ni siquiera soy yo quien lo dice sino que alguien me manipula me regula y me coagula, yo diría que me toma el pelo como de yapa, bien claro está escrito: yo diría que me toma el pelo como de yapa. También te lo toma a vos (que empezás a leer esta página, así está escrito más arriba) y por si fuera poco a Lil, que ignora no sólo que Gago es mi amante sino que Gago no entiende nada de mujeres aunque en el cine Libertad etcétera. Cómo voy a aceptar que a la salida ya estén hablando de Bergman y de Liv Ullmann (los dos han leído las memorias de Liv y claro, tema para whisky y gran fraternización estético-libidinosa, el drama de la actriz madre que quiere ser madre sin dejar de ser actriz con atrás Bergman la más de las veces gran hijo de puta en el plano paternal y marital): todo eso alcanza hasta las ocho y cuarto cuando Lil dice me voy a casa, mamá está un poco enferma, Gago yo la llevo tengo el coche estacionado en Plaza Lavalle y Lil de acuerdo, usted me hizo beber demasiado, Gago permítame, Lil pero sí, la firmeza tibia del antebrazo desnudo (dice así, dos adjetivos dos sustantivos tal cual) y yo tengo que aceptar que suban al Ford que entre otras cualidades tiene la de ser mío, que Gago lleve a Lil hasta San Isidro gastándome la nafta con lo que cuesta, que Lil le presente a la madre artrítica pero erudita en Francis Bacon, de nuevo whisky y me da pena que ahora tenga que hacer todo ese camino de vuelta hasta el centro, Lil, pensaré en usted y el viaje será corto, Gago, aquí le anoto el teléfono, Lil, oh gracias, Gago. De sobra se ve que de ninguna manera puedo estar de acuerdo con cosas que pretenden modificar la realidad profunda; persisto en creer que Gago no fue al cine ni conoció a Lil aunque el texto procure convencerme y por lo tanto desesperarme. ¿Tengo que aceptar un texto porque simplemente dice que tengo que aceptar un texto? Puedo en cambio inclinarme ante lo que una parte de mí mismo considera una pérfida ambigüedad (porque a lo mejor sí; a lo mejor el cine) pero por lo menos las frases siguientes llevan a Gago al centro donde deja el auto mal estacionado como siempre, sube a mi departamento donde sabe que lo espero al final de este párrafo ya demasiado largo como toda espera de Gago, y después de bañarse y ponerse la bata naranja que le regalé para su cumpleaños viene a recostarse en el diván donde estoy leyendo con alivio y amor que Gago viene a recostarse en el diván donde estoy leyendo con alivio y amor, perfumado e insidioso es el Chivas Regal y el tabaco rubio de la medianoche, su pelo rizado donde hundo suavemente la mano para suscitar ese primer quejido soñoliento, sin Lil ni Bergman (qué delicia leerlo exactamente así: sin Lil ni Bergman) hasta ese momento en que muy despacio empezaré a aflojar el cinturón de la bata naranja, mi mano bajará por el pecho liso y tibio de Gago, andará en la espesura de su vientre buscando el primer espasmo, enlazados ya derivaremos hacia el dormitorio y caeremos juntos en la cama, buscaré su garganta donde tan dulcemente me gusta mordisquearlo y él murmurará un momento, murmurará esperá un momento que tengo que telefonear. A Lil of course, llegué muy bien, gracias, silencio, entonces nos vemos mañana a las once, silencio, a las once y media de acuerdo, silencio, claro a almorzar tontita, silencio, dije tontita, silencio, por qué de usted, silencio, no sé pero es como si nos conociéramos hace mucho, silencio, sos un tesoro, silencio, y yo que me pongo de nuevo la bata y vuelvo al living y al Chivas Regal, por lo menos me queda eso, el texto dice que por lo menos me queda eso, que me pongo de nuevo la bata y vuelvo al living y al Chivas Regal mientras Gago le sigue telefoneando a Lil, inútil releerlo para estar seguro, lo dice así, que me vuelvo al living y al Chivas Regal mientras Gago le sigue telefoneando a Lil.

De Un tal Lucas

Julio Cortázar

domingo, 27 de abril de 2008

And your bird can sing


THE BEATLES
You tell me that you've got everything you want
And your bird can sing
But you don't get me, you don't get me
You say you've seen seven wonders and your bird is green
But you can't see me, you can't see me
When your prized possessions start to weigh you down
Look in my direction, I'll be round, I'll be round
When your bird is broken will it bring you down
You may be awoken, I'll be round, I'll be round
You tell me that you've heard every sound there is
And your bird can swing
But you can't hear me, you can't hear me

miércoles, 16 de abril de 2008

Los dos Caballeros de Verona

Compañía teatral De la Rosa presenta
Los dos Caballeros de Verona
Adaptación de la obra de W. Shakespeare

'Una hilarante comedia sobre la amistad y el amor'

Es una comedia de verso líricoelegante y prosa graciosa, aunque muy temprana en su carrera, es un primer pasohacia las llamadas Comedias Altas de Shakespeare.

El tema principal es el debate entrela amistad y el amor. La obra sepregunta si la amistad entre dos amigos es más importante que una relaciónentre dos amantes.

Este tema es común en la literatura delRenacimiento pero, algunos aspectos dela cultura de esa época celebraban la amistad más que el amor, porque aquella es más pura y no seinvolucra con el amor sexual. Estacreencia explica el final de la obra, que confunde a muchas personas en la actualidad.


Elenco: Alejandro Caprotta, Jerónimo Valentini, Jésica Leviston Mc Leod, Mike Bergerot, Diana Apolinario, Alejandro El Abed, Héctor Iglesias, Rodrigo Olmedo

Dirección y puesta en escena: Marilina Ruleán

Sábados 21 hs
Teatro del centro
Sarmiento 1249 - Capital Federal
Reservas e Información 4383-5644
www.elteatrodelcentro.com.ar

Valor de la entrada $15
Funciones
19 y 26 de abril
3 y 10 de mayo
http://alternativateatral.com/ficha_obra.asp?codigo_obra=9927

martes, 15 de abril de 2008

Sin tiempo

Quisiera confesarte algo, nunca fui bueno con discursos, pero las situaciones, vos sabés.

Escuchame bien, vos sos chico todavía, no creí que fueses a entender, las cosas no son tan sencillas. Ahora lo ves con tus ojos, es lo que querías, ¿no?. Mirá, lo que te dijo tu tía es la verdad, nunca quisimos que te pase nada, ¡eso es todo lo que importa!.

Pero cuando te acercaste a esa mujer, sentí que el mundo se nos venía abajo, tu tía me dijo sabés, “Acá lo perdimos”. Tuvo tanta razón.

Pero vos también, ¡cómo te vas a ir así!.

Te vigilé por horas, mientras hablaban en ese café de mierda, la vi acariciarte la mano, vi el miedo en tus ojos, ¡lo vi todo carajo!.

No importa, no quieras tranquilizarme.

Si vos no hubieses empezado a juntarte con los pibes de Raquel las cosas te habrían salido muy diferentes, pero te encaprichaste en que eran buenos chicos. ¿Ves lo que pasa cuando no nos ecuchás?.

Ahora no hay vuelta atrás, ¡vos te lo buscaste!.

Seguro que primero eran buenos con vos, ¿no?. “Nos juntamos el viernes a tomar algo, el sábado hacemos asadito, el domingo un poco de fútbol” ¡¿y el lunes?! ¡¿qué pasó el lunes, eh?!. ¿Te llevaron con sus amiguitos?.

Está bien che, pero que no es tu culpa, no hace falta llorar, ¿cómo ibas a saber vos?, tomá limpiate la cara.

Por días te seguiste juntando lo más tranquilo, y de a poco empezaste a ver cómo eran las cosas. Conociste a todos, hasta que un día te la presentaron. ¿qué sentiste, te calentó mucho con su pollerita corta y su discurso de mierda? ¿pensaste que era puro palabrerío, no? ¡Vos, como muchos otros!.

Mientras tanto con tu tía te veíamos; cambiabas, te transformabas en esa mierda que sos hoy. Pobrecita, no sabés cómo sufría. Trataba de calmarla, pero no había forma.

Quería que te saque del país ¿podés creer?.

La vergüenza que trajiste a esta familia, las miradas, ¡mis compañeros carajo, mis compañeros me miran mal a mí por tus putas decisiones!.

Y la mina esa, la pendeja esa, sigue afuera y vos acá, ¿no te da vergüenza, che?

Te sentís un idiota, me doy cuenta, tenés la misma cara que cuando pensaste que te robaron la bici a los once y salimos con tu viejo a la puerta y estaba ahí.

¡Vamos che, dejate de joder! Decime el nombre de la pelirroja, ¿dónde vive?. ¿Qué fue lo que te dio el día del café que te asustó tanto?. Estabas tan pálido, ¿qué te dijo?.

Dale nene, no ves que te estoy dando una mano. ¡Soy tu tío! ¡Quiero lo mejor para vos!.

A vos no te importa nada ¿no?. ¡No te importa un carajo, te cagás en nosotros, que te criamos prácticamente cuando los pelotudos de tus viejos se fueron a la mierda! ¡Dale carajo, empezá a hablar, acá no somos familia, acá sos la misma mierda que ese que está tirado ahí!

Mirá en la situación que me ponés, carajo. Mirá lo que tengo que hacer, si sólo nos hubieses escuchado.

Vos vivías bien, ¿no es cierto?. Nunca te faltó nada, desde que estuviste con nosotros, no te faltó nada.

¿Te acordás cuando vivías con tus viejos? ¡Esos! Esos eran momentos de mierda, tendrías que estar agradecido de que te hayamos criado. Nosotros sí te enseñamos lo que era correcto, con nosotros jamás dudaste de nada, hasta hace poco; si no necesitabas saber más de lo que se te decía, ¿no?¡ ¡¿NO?!. Entonces ¿para qué carajo escuchaste a los pibes esos? ¿Por qué les hiciste caso, por qué? Sus ideas de mierda son las que te trajeron hoy acá, ahora bancátela, ahora terminá de llorar, ahora limpiate la cara, ahora limpiate las heridas, ahora se acabó.

Si nos querés algo, un poco aunque sea, dejate de joder, pensá en nosotros, no seas egoísta, tus tíos te quieren, solo queremos lo mejor para vos, ¿Vos no querés a los tíos, no me querés che?.

PANDORA

viernes, 11 de abril de 2008

La insoportable Levedad del Ser


Sexta parte La gran Marcha

2

Fue en 1980 cuando pudimos leer por primera vez, en el

«Sunday Times», cómo murió lakov, el hijo de Stalin. Preso

en un campo de concentración alemán durante la segunda

guerra mundial, compartía su alojamiento con oficiales

británicos. Tenían el retrete en común. El hijo de Stalin lo

dejaba sucio. A los ingleses no les gustaba ver el retrete

embadurnado de mierda, aunque fuera mierda del hijo de

quien entonces era el hombre más poderoso del mundo. Se

lo echaron en cara. Se ofendió. Volvieron a reprochárselo

una y otra vez, le obligaron a que limpiase el retrete. Se

enfadó, discutió con ellos, se puso a pelear. Finalmente

solicitó una audiencia al comandante del campo. Quería que

hiciese de juez. Pero aquel engreído alemán se negó a

hablar de mierda. El hijo de Stalin fue incapaz de soportar

la humillación. Clamando al cielo terribles insultos rusos,

echó a correr hacia las alambradas electrificadas que

rodeaban el campo. Cayó sobre ellas. Su cuerpo, que ya nunca ensuciaría el el retrete de los

ingleses, quedó colgando de las alambradas.

El hijo de Stalin no tenía una vida fácil. Su padre lo había concebido con una mujer a la que,

después, según todos los indicios, asesinó. El joven Stalin era por tanto hijo de Dios (porque su

padre era venerado como un Dios) y, al mismo tiempo, réprobo. La gente lo temía por partida doble:

podía hacerles daño con su poder (al fin y al cabo era hijo de Stalin)» y con su favor (el padre podía

castigar a sus amigos en lugar de hacerlo con el hijo réprobo).

La reprobación y el privilegio, la felicidad y la infelicidad, nadie sintió de un modo s concreto hasta

qué punto estos contrarios son intercambiables y hasta qué punto no hay s que un paso desde un polo

de la existencia humana hasta el otro.

Nada s empezar la guerra lo capturaron los alemanes, y otros prisioneros, que pertenecían a una nación que siempre le había sido profundamente antipática por su incomprensible introversión, lo

acusaron de ser sucio. ¿Él, que debía soportar el peso del mayor drama imaginable (ser al mismo

tiempo hijo de Dios y ángel réprobo), debía ser ahora sometido a juicio, no por cuestiones elevadas

(referidas a Dios y a los ángeles), sino por asuntos de mierda? ¿Está entonces el más elevado drama tan vertiginosamente próximo al más bajo?

¿Vertiginosamente próximo? ¿Es que la proximidad puede producir vértigo?

Puede. Cuando el polo norte se aproxima al polo sur hasta llegar a tocarlo, la tierra desaparece y el hombre

se encuentra en un vacío que hace que la cabeza le dé vueltas y se sienta atraído por la caída.

Si la reprobación y el privilegio son lo mismo, si no hay diferencia entre la elevación y la bajeza, si el hijo de Dios puede ser juzgado por cuestiones de mierda, la existencia humana pierde sus dimensiones y se vuelve insoportablemente leve. En ese momento el hijo de Stalin echa a correr hacia los alambres electrificados para lanzar sobre ellos su cuerpo como sobre el platillo de una balanza que cuelga lamentablemente en lo alto, elevado por la infinita levedad de un mundo que ha perdido sus dimensiones.

El hijo de Stalin dio su vida por la mierda. Pero morir por la mierda no es una muerte sin sentido. Los ale- manes, que sacrificaban su vida para extender el territorio de su imperio hacia oriente, los rusos, que morían para que el poder de su patria llegase s lejos hacia occidente, ésos , ésos morían por una tontería y su

muerte carece de sentido y de validez general. Por el contrario, la muerte del hijo de Stalin fue, en medio de

la estupidez generalizada de la guerra, la única muerte metasica.

Milan Kundera - La insoportable levedad del Ser